Contar la cantidad de formas en que pueden distribuirse
elementos en
cajas es bastante simple, una vez que descubrimos el truco de pensarlo como asignarle un número de caja a cada elemento. Claramente esto nos da
posibles formas. Si ignoramos el “etiquetado” de las cajas, claramente esto nos deja
formas.
[Nota 22/7/13: este análisis es incorrecto, como indica Jon abajo. El análisis correcto de este se encuentra en una nueva página.]
Este problema se hace más difícil si agregamos la restricción de que ninguna caja puede permanecer vacía y, de hecho, recuerdo haber esquivado resolver este problema en más de una ocasión (y no soy el único 😀 ). Pero en Wikipedia encontré una solución elegante y, tal vez, lo suficientemente memorable para que la recuerde en caso de encontrarme nuevamente con este problema…
Denominemos

al número de distintas formas en las que podemos distribuir
elementos en
cajas sin dejar ninguna vacía y sin distinguir entre cajas (o sea el número de distintas particiones de
en
subconjuntos). Entonces podemos dividir las formas de efectuar esta distribución en dos clases: las que ponen al elemento
solo en una caja y las que no lo hacen.
Una vez situado el elemento
en una caja, las distribuciones serán equivalentes a
elementos en
cajas. Por lo tanto, habrá

formas de efectuar la distribución dejando solo al elemento
.
Por otro lado, si el elemento
no se encuentra solo, el problema es equivalente a distribuir
elementos en
cajas sin dejar ninguna vacía y luego insertar el elemento
en alguna de ellas (distinguibles por tener distintos subconjuntos de los elementos). En consecuencia habrá

formas de efectuar la distribución sin dejar al elemento
solo en una caja.
En conjunto eso nos deja la relación de recurrencia

para estas cantidades, denominadas números de Stirling de segunda especie.